EQUINOCCIO DE OTOÑO
De la lóbrega intimidad de un pequeño estudio –buhardilla llena de obstáculos y esperanzas -, el pintor GUILLERMO BRENA
pudo escapar hacia atmósferas de sus orígenes, a esos
momentos constantes que corren por sus venas, mismos que sintieron sus ancestros en otras latitudes, en la tierra de otros campos, con el olor de otras horas, otros soles, de otras hojas…y detiene en estas obras motivos atrapados cada día con una sutil red de veladuras, de colores intensos y emociones.
De factura impecable, cada cuatro de esta serie de Brena,
Mesurado y reflexivo, se advierte como estrofas de un
melancólico canto nórdico que añora tiempos jámas vividos, o
como versos de aterciopelado camino que conduce al poema de
la veneración de la naturaleza y la aceptación del destino.
Brena vuelve así a dejar testimonio de su quehacer en la
plástica, marcando siempre por la honestidad de sus propuestas.
Pintura que en el primer intento de los ojos se antoja
sencilla es, sin embargo, el resultado de paciente trabajo y laboriosas sesiones de transparentes entramados que, de
veladura en veladura, dan por resultado espacios de tranquila
belleza, definitiva músical visual que en el fragor de la agitada
vida cotidiana calma a quien la mira, reconforta a quien la
observa.
Elisa Díaz.