Nacido en la Mixteca oaxaqueña en 1975, Mario
Carrizosa ha llegado a una depuración de elementos plásticos en su obra que le
permite manifestarse en el lienzo y otros soportes para plantear una poética
visual bien definida.
Su factura insiste en paisajes
fantásticos cuyos protagonistas son aves, insectos y animales bicornes en cuyas
figuras se confunden el venado, el antílope y ciertos caprinos. Grandes árboles
de frondas rojas o azules dominan sus telas, bajo los cuales se cobijan aves,
insectos o animales imaginarios, a los que acompañan sugestivos diseños
geométricos. Tales símbolos también puede evocar la noción de que el hogar
puede ser nómada, como en el caso de los seres que trasladan su casa consigo,
como en algunas imágenes del artista.
Esta pintura que demanda ser
observada con atención, no exime a sus seguidores de una lectura literal, al
incorporar textos narrativos o líricos en los lienzos. Un ejemplo sobresaliente
de este recurso en la pintura de Carrizosa, en uno de sus cuadros inserta un fragmento narrativo de Juan Rulfo:
la conclusión del intenso relato “¿No oyes ladrar los perros?”, cuya inclusión
en la obra permite una apreciación más allá de lo sentimental en la obra
plástica.
La constitución matérica de esta
pintura se vigoriza con el cuidadoso manejo de elementos figurativos, cuya
nitidez es realzada por la riqueza de texturas y sutiles detalles que dan
hondura y consistencia a esta meticulosa certificación de un oficio pictórico
en ascenso.