Transitar
en estos espacios habitados con cada uno de los seres u objetos que en él
participan, percibo el movimiento, la tranquilidad, la fuerza y el ritmo,
pasividad, alegría, etc; podría seguir mencionando más, pero detengo el tiempo
para observar mis cuadros de diferentes
épocas y descubro mi interés de llenar o saturar la superficie como una
intensión de recrear y descubrir los nuevos diálogos urbanos; incorporando
formas inexistentes para inventar otros mundos.
Enfrentarme
a un espacio vacío y llenarlo es como una justificación de existencia de la
Obra, o de la vida misma, permitir que la línea, la mancha, el color o texturas
adquieran su propia identidad, su propia belleza, su propia existencia,
participando en armonía que conjugan dependientes los unos de los otros para
ser escenario de diálogo y reflexión cotidiana de nuestro entorno.
Abstraer
la realidad y lo imaginario en donde todo parece gritar para no pasar
inadvertido justificándose así mismo, contribuyen a crear nuevos mensajes que
confluyen en un plano para ser visible en imágenes plásticas lo invisible.
Encontrar el silencio y el vacío en el espacio es un
reto compartido.