LÍNEAS
INFINITAS
Dicen algunos que
las líneas no existen en la naturaleza, que son una invención humana para fijar
bidimensionalmente las tres dimensiones de aquello que nos rodea, para
aprehender conceptualmente los volúmenes y construir nuestras limitadas
comprensiones de la complejidad. Hoy parece que todas las líneas han dejado de
ser claras y sencillas para tornarse redes, marañas, madejas, contextos más o
menos indescifrables. El concepto de linealidad de la historia explotó hecho
añicos con las bombas atómicas de Iroshima y Nagasaki. Hasta las líneas
fronterizas, siempre interesadamente artificiosas, no dejan de ser inagotable
fuente de conflictos.
Precisamente los
viajes a diferentes naciones, las experiencias vividas y las personas conocidas
han sido el caldo de cultivo del que surgen el conjunto de obras que componen
esta exposición. Como un correlato gráfico del vuelo del avión que traza
blancas y evanescentes paralelas sobre la bóveda celeste, las líneas de negra
tinta siguen ocupando el protagonismo esencial del quehacer plástico de Alan
Altamirano. Líneas que giran vertiginosas, sin cesar, se curvan, tensan,
concentran y expanden en un juego constante de conformación de un espacio singular de profundas raíces
autobiográficas y simbólicas. La presencia recurrente de la figura femenina
sigue ofreciendo esa dimensión central, geológica, cósmica, matizada cada vez
más por el peso de la narración que se va desplazando hacia esos fondos
cargados de elementos de diversa naturaleza, analítica, geométrica, simbólica,
autobiográfica, representativa, onírica... Resulta especialmente complicado, y
seguramente estéril, tratar de establecer un solitario hilo discursivo,
unívoco, unidireccional. Antes por el contrario, conviene desplazar sin
complejos y sin ataduras nuestra visión -a buen seguro entre fascinada e
hipnotizada- y seguir el juego apasionante de arabescos bellamente cincelados,
de trazos orgánicos y organizados que nos conducirán por superficies de cuerpos
femeninos, por selvas de cabellos poderosos y melenas de lianas trepadoras, por
laberintos ópticos y composiciones siderales, por rostros soñados de arquetipos
ignotos, por simetrías especulares de azogues oscuros e impenetrables.
Líneas
envolventes que surcan el aire y los sueños, las aguas y las pesadillas, los
montes en los que resuena el eco de cuevas abandonadas desde los albores de los
tiempos. Líneas que se expanden como sonidos de arenas movedizas, líneas
ensanchadas en el yunque donde se templan las mejores aleaciones. Formas, signos
y palabras, se entretejen con la pericia exquisita de quien domina la técnica
de la talla más allá de las herramientas, del tamaño, de las horas arrancadas a
los días infatigables. Hay mucho de ritual en estas biografías imaginarias
pobladas de recursos, de soluciones, de claves interpretativas, de gestos
hechos huella, de energía en movimiento que nos conmueve con su vibrante
contraste de luces brillantes y negros profundos como noches estrelladas. Aires
de libertad, que fluyen entre los blancos del papel y los espacios vacíos que esas
líneas infinitas modulan en una sorprendente escala de grises. El blanco de la
pureza, de la espiritualidad oriental, enmarca unas composiciones de
extraordinaria y sorprendente
complejidad en las que la tinta corre por los poros a flor de piel, por
las flores incontables, por los símbolos inventados, por los gestos detenidos,
por los esquemas fractales. Totalidad fragmentada a cuyo abismo podemos
asomarnos atónitos e impávidos.
Grabados de
fuerzas elementales en los que
vislumbramos el reflejo inquietante de estos hilos mágicos de fuego y aire, de
plata y azabache.
Juan Bta. Peiró
Diciembre 2015